El Lic. Rodolfo Gioscia, MBA, gerente general de Manos del Uruguay, profesor y catedrático de Dirección de Empresas Familiares de la Universidad ORT Uruguay, y miembro saliente del board del Master en Administración de Empresas – MBA, brindó una charla en Tower of London junto con Fernando López Fabregat, embajador de Uruguay en Reino Unido, y Walter Hughes, chief innovation officer de Humphreys & Partners Architects.
Gioscia, López Fabregat y Hughes hablaron sobre cómo es hacer negocios con Uruguay, las relaciones comerciales y diplomáticas entre ambos países. Gioscia también contó la historia de Manos del Uruguay como organización sin fines de lucro, con más de 50 años en el mercado, con un fin social que incluye el desarrollo y el empoderamiento de la mujer, y que además es sustentable sin financiación externa.
“Ahora, la sustentabilidad es muy precaria, porque estamos en un mundo postindustrial haciendo prendas artesanales”, dijo Gioscia. “Hace poco estuve en Barcelona y fui a un museo en el que había ruinas romanas, ¿y qué veo?: cosas de tejer y telar. Pasaron 2.000 años, ahora es un poco más sofisticado, pero el producto se hace con esas mismas herramientas. La magia, el desafío, es que el producto hecho en Fraile Muerto se venda en Champs-Élysées”.
Gioscia dijo que realizar la presentación en un lugar tan emblemático fue muy emocionante. “Yo le decía a las artesanas que, de cierto modo, son ustedes quienes van a estar en Tower of London”.
¿De qué hablaste en la presentación?
De lo que es Manos del Uruguay; una organización de 51 años, sin fines de lucro, que busca el desarrollo, no solo laboral sino también personal de las mujeres en Uruguay, principalmente en el interior.
A partir de ahí, para trabajar con las grandes marcas, como Ralph Lauren, primero hay que tener un producto muy bueno. Esa es la clave. Después, la consistencia de que sistemáticamente hemos sido confiables.
¿Por qué Manos del Uruguay es un proyecto social relevante?
Uno de los objetivos de Manos ha sido llevar el trabajo a donde están las mujeres rurales, no poner un galpón en Montevideo para que trabajen 200 personas. Porque la calidad de vida de una persona en el interior que no tiene grandes ingresos es mucho mejor que al venir a Montevideo a trabajar en una fábrica.
Cuando surgió Manos, la situación familiar muchas veces era así: el esposo trabajaba como peón y la mujer se quedaba en la casa con los hijos. Eso generaba determinado estatus que, en la medida en que la mujer empezó a trabajar, comenzó a cambiar.
“Manos del Uruguay busca el desarrollo, no solo laboral sino también personal de las mujeres en Uruguay, principalmente en el interior”.
¿Hacia dónde estás proyectando a Manos del Uruguay?
Estamos en un momento con muchos desafíos. El mercado uruguayo es chico; además, sufre las inquietudes de nuestro principal vecino. Los turistas de Argentina, que siempre compran en Manos, están viniendo menos. Entonces, estamos trabajando la marca fuera del país, con distribuidores de los países más importantes y a través de la web.
Manos no es una marca de moda. Manos está a la moda. Es de diseño. Si nos hubiésemos definido como una empresa de moda, no tendríamos chance. Una empresa de moda tiene que hacer cuatro colecciones por año. Manos no puede hacer eso. Además, los tipos de productos que se pueden hacer artesanalmente son específicos.
Pero sí se valora el diseño y la calidad de las terminaciones. Además, el concepto de consumo responsable nos da una ventaja competitiva. Una persona que compra una prenda de Manos sabe qué artesana la hizo. Esto no es menor y los países más desarrollados lo están valorando. Pero todo esto lo hacemos con muchas dificultades y esfuerzo, sin muchos recursos ni financiamiento. Siempre vamos a estar en el mercado uruguayo, pero el crecimiento va a venir de afuera.
Con los consumidores actuales, que son más conscientes de los procesos de la industria, ¿cómo se valoriza el modelo de negocios con un proyecto social como Manos del Uruguay?
Para un grupo de personas muy informadas, con un nivel económico importante, bien. Con el resto del público lleva su tiempo. Una de las cosas que está pasando es que, en la lógica actual, para consumir productos con una elaboración más ética, hay que tener determinado nivel económico. Nosotros nunca vamos a poder competir con marcas masivas, pero a nivel de sofisticación es distinto, porque se valoran todos estos otros atributos.
¿Qué medidas han tomado para adaptarse a la llegada de las grandes marcas extranjeras?
Es muy difícil. El mercado uruguayo está muy saturado de indumentaria. Las empresas nacionales están importando muchas cosas, también han llegado nuevas marcas. Y el mercado sigue siendo el mismo. Por lo tanto, lo que tenemos que hacer es mantenernos fieles a los productos especiales. Aunque eso nos está generando la dificultad de que cada vez nos alejamos más en el precio.
Entonces, una de las cosas que hicimos fue importar de Italia ropa para el verano, una línea que llamamos Manos del Mundo. Son prendas que no se pueden hacer acá, como pantalones de lino, blusas, pero que ayudan a vender nuestra colección, ya que son elegidas cuidadosamente por nuestro equipo de desarrollo de producto.
“El concepto de consumo responsable nos da una ventaja competitiva. Una persona que compra una prenda de Manos sabe qué artesana la hizo. Esto no es menor y los países más desarrollados lo están valorando”.
Sos graduado de la Licenciatura en Gerencia y Administración, del MBA, gerente general de una empresa emblemática del país. Desde estas perspectivas, ¿cuáles considerás que fueron tus principales aportes al board del MBA?
Haber estado en la casa tantos años, como alumno y después como catedrático y profesor, me permitió conocer la organización. Además, una empresa como Manos, que es una PYME, con recursos limitados, pero que trabaja con mercados sofisticados, te exige conocimientos diferentes, adaptarte. Los stakeholders incluyen artesanas y diseñadoras que viven en mundos muy distintos. Espero que todo ese abanico haya ayudado a seguir fortaleciendo la marca MBA ORT, que es tan importante para todos.
Tuve el privilegio de trabajar en la empresa de mi familia. Ahora lo hago en Manos, que la quiero como si fuera mía. Y en ORT, que también la siento como otra casa mía. Eso genera que uno quiera defenderla y mejorarla.