En las instituciones de educación universitaria más prestigiosas, la creciente movilidad estudiantil es un fenómeno que expresa con fuerza el paulatino agotamiento histórico de los procesos de formación de profesionales acotados a un ámbito exclusivamente nacional.
El aumento de los flujos internacionales de estudiantes universitarios responde a los cambios en un mercado de trabajo crecientemente globalizado e, incluso, a un proceso de verdadera internacionalización de las instituciones universitarias de todo el mundo, tanto en su vertiente docente como en materia de investigación científica.
En Europa, y concretamente en el Proceso de Bolonia, es donde ha quedado mejor plasmada la importancia decisiva de los procesos de internacionalización de la actividad universitaria como instrumento de enriquecimiento cultural. Este proceso fue logrado a través de la promoción de la diversidad y de los entrelazamientos culturales que acompañan la globalización.
Por otra parte, los procesos de intercambios son particularmente necesarios en realidades como la de Uruguay, donde la dimensión del mundo universitario, en relación a número de alumnos como a cantidad de instituciones, resulta ser restringida en comparación con la existente en países de mayor escala e historia universitaria.