Entrevista a Martín Fleischer, graduado de Analista en Marketing de la Universidad ORT Uruguay. Fleischer habló sobre el emprendimiento que creó junto a dos socios: El Refugio, un espacio de coworking y coliving que busca ofrecer un lugar seguro, tranquilo y en un entorno diferente para trabajar y vivir.
¿Qué es El Refugio?
El Refugio es una antigua posada que adaptamos para convertir en un coworking y coliving rural. Se encuentra en un pequeño pueblo de menos de 100 habitantes a casi 1200 metros de altura en la Sierra Norte de Madrid (a unos 80 kilómetros del centro de la capital).
El Refugio busca que los nómades digitales o freelancers puedan reencontrarse con la naturaleza y con ellos mismos, llenándose de energía para aumentar su productividad y poder hacer más foco en sus proyectos.
¿Cómo surgió la idea?
Surgió a raíz de replantearme lo que me apasiona. Me dediqué al mundo corporativo prácticamente toda mi vida. Hace un año y algo me empecé a cuestionar mi futuro profesional y decidí tomarme un tiempo para mí. Me inscribí en un programa internacional de desarrollo de negocios para nómades digitales en Asia y tuve la suerte de quedar seleccionado, por lo que pasé un tiempito viviendo entre Tailandia, Malasia e Indonesia.
Allí estuve viviendo en espacios de coliving y trabajando desde espacios de coworking, donde conocí un montón de profesionales que viven viajando y trabajando a distancia desde entornos que jamás hubiera imaginado. Aprendí sobre sus intereses, sus inquietudes y necesidades, a tal punto que me convertí en uno de ellos. Ahí se me prendió la lamparita y comencé a investigar sobre lugares similares pero cerca de mi casa en Madrid. No encontré ninguno, entonces decidí que ahí había un posible nicho a desarrollar.
Contanos cómo fue el proceso, desde que surgió la idea hasta su concreción.
Fue y aún es un proceso duro. La vida de quien emprende, ya sea un pequeño o gran proyecto, involucra muchísimas expectativas, momentos de satisfacción pero también de mucho estrés. Es en esos momentos donde uno tiene que tener bien claro qué lo motiva a llevar adelante ese proyecto.
Es muy importante que cuando decidamos emprender sea en algo que realmente nos apasione, para que en los momentos más difíciles recordemos por qué lo hacemos y nos reinyecte energía.
Comencé con un estudio profundo de lo que me gusta y aquello en lo que considero que puedo llegar a ser bueno. Primero me planteé posibles ideas que parecían atractivas. Tras muchas idas y vueltas, descubrí que lo que realmente me sacaba un sonrisa en todo momento era esta idea.
Pasé mucho tiempo recabando información, entrevistando nómades digitales y visitando distintos lugares.
Por curiosidad, me puse a leer sobre la despoblación en España. Me di cuenta del gran problema de índole nacional que es la despoblación rural, un problema que tenemos también en Uruguay.
Por un momento me desvié de mi proyecto inicial y empecé a divagar sobre posibles ideas para solucionar esto otro, pero finalmente crucé ambas.
¿Qué mejor que llevar jóvenes a un pueblo como ese? Los jóvenes hoy pueden trabajar a distancia desde cualquier lugar que tenga internet. En el pueblo tienen un entorno diferente, donde pueden sentirse acogidos por una comunidad. Además, consumen en el pueblo, por lo que lo obligan a generar productos o a tenerlos disponibles. De esa forma, se genera un mercado de demanda que hoy no existe dentro del pueblo y se reactiva la economía de a poco.
Así que cambié mi foco, algo normal a la hora de emprender. Uno tiene que ser flexible para adaptarse a la nueva realidad que tenía por delante.
Intenté adelantar al máximo el proyecto durante el tiempo que viví en Asia, pero realmente necesitaba estar en Madrid para conocer mejor el nuevo entorno, por lo que en junio de 2019 me volví a España.
Comencé a subir a La Puebla de la Sierra prácticamente todos los fines de semana para estudiar el entorno, pros, contras, posibilidades, desafíos, etc.
Finalmente, presentamos nuestro plan de negocio y plan operacional al Gobierno de la Comunidad de Madrid, donde los estudiaron y nos otorgaron el certificado de viabilidad de proyecto. Luego lo hicimos en el ayuntamiento de La Puebla de la Sierra, para que se nos adjudicaran los permisos. Todo este proceso llevó hasta enero de 2020, cuando nos entregaron las llaves del lugar.
Ahora viene el trabajo más duro, que será generar y mantener ese sentimiento de comunidad entorno a El Refugio. Que logre combinar el correcto equilibrio entre trabajo, naturaleza, sostenibilidad y florecimiento del pueblo.
¿Qué herramientas te dio Analista en Marketing para emprender?
Analista en Marketing me dio una gran capacidad de análisis para identificar las distintas necesidades, una visión amplia y estratégica que permite ver el panorama, y poder identificar cómo encajar una pieza con otra para dar una solución creativa a dichas necesidades.
¿Cuáles fueron las áreas de la carrera que te resultaron más interesantes?
Uno valora distintas cosas cuando está cursando que cuando efectivamente está en la cancha jugando el partido, y eso ha hecho que valore prácticamente todas las áreas. La forma en que está planteada es muy práctica para el día a día.
Por ejemplo, toda la vida me encantó el marketing y las ventas, y siempre se me ha dado bastante bien, por lo que durante la carrera eran mis áreas favoritas. Pero luego, al emprender, comencé a valorar otras, como la investigación de mercado o el análisis económico y estratégico.
Durante un tiempo formaste parte del cuerpo docente de marketing de ORT. ¿Cómo fue esa experiencia?
Fue increíble. El desafío constante al que te exponés con los alumnos, que te obligan a mantenerte actualizado y siempre abierto a los cambios, es impresionante. Hoy cambia todo tan rápido que tenemos que ser flexibles hasta para compartir conocimiento. El acceso a la información es muy sencillo. Y los grupos son tan heterogéneos que el manejo de expectativas se hace aún más complejo. Formando parte del cuerpo docente aprendí más de lo que enseñé.
¿Cómo ha sido tu trayectoria profesional?
Siempre consideré el comienzo mi carrera laboral el limpiar piscinas a los 15 años, ya que fue la primera vez que vivencié el sentido de responsabilidad por una tarea cumplida para otra persona.
Luego de eso vendí comida para perros y gatos, hasta que a los 18 años me metí de lleno en el mundo corporativo. Comencé como cadete en la farmacéutica Roche, donde hice de todo a lo largo de los 14 años que estuve ahí. Desde repartir el correo, hacer gestorías con los bancos, hasta ventas y administración, acceso a medicamentos, ser asistente de marketing y finalmente, los últimos años, me desempeñé como gerente de producto para Uruguay, Bolivia y Paraguay de las franquicias de hematología y piel.
Tuve luego un breve pasaje por una agencia de marketing, que me vino fantástico para ver el otro lado del mostrador, trabajando de cerca con diseñadores y programadores, hasta que me vine a Madrid.
Mi primer contacto con España fue en un monasterio, ahí trabajé dos meses y aproveché para empaparme de la cultura española, para finalmente, a los cuatro meses de haber llegado, volver al mundo de la salud en la empresa en seguros Sanitas, donde me desempeño en la unidad dental además del emprendimiento El Refugio.