“Agradezco a la vida ser apasionado”, dijo Julio Decaro, médico, con estudios en Harvard University, en el Mental Research Institute de California y en la Universidad de Flores en Argentina. Autor de libros como La cara humana de la negociación, El día que desperté dos veces, La Clave no es entender…es darse cuenta.
Decaro fue invitado al Taller de Comunicación Empresarial de la Licenciatura en Gerencia y Administración de la Universidad ORT Uruguay, donde reflexionó sobre la posibilidad de reinventarse, el entusiasmo y la pasión. “Saco aprendizajes e historias de cualquier cosa”, explicó.
Entusiasmo y pasión
Decaro dijo que fue un estudiante apasionado. Esa pasión le sirvió para superar sus dificultades. Por ejemplo, cuando era estudiante de medicina tenía que ver los colores de las tinturas en los microscopios. Pero Decaro, siendo daltónico, intentaba adivinar las tonalidades según los comentarios de los compañeros y los profesores. “Lo que me acompañó siempre fue la pasión”, dijo.
Luego se refirió al origen de la palabra entusiasmo, “que significaba tener a Dios dentro”, contó, por lo que entre la motivación y el entusiasmo, prefiere el entusiasmo.
“Te invito a charlar 20 minutos conmigo”
En su vida se ha reinventado varias veces: se ha dedicado a la medicina, la venta, escribir libros, dar talleres, conversar. Para él, “dar y recibir es una sola cosa” y “la vida es interrelación”.
Vive enfrente del Parque Villa Biarritz, a donde tiene la costumbre de ir. Apronta dos sillas plegables, un globo y un cartel: “Te invito a charlar 20 minutos conmigo”. Se acercan niños, jóvenes, adultos mayores. Los temas de los que hablan van desde trivialidades hasta conceptos filosóficos como la existencia. “No se imaginan lo rico que es, desde mi punto de vista, el hecho de animarme a hacer esto”, dijo Decaro.
En las conversaciones, el diálogo va desde averiguar el nombre de la persona y a qué se dedica, hasta preguntarle a qué le tiene miedo. Le han pasado “cosas increíbles”. Hay gente que pasa y no lo ve. Hay gente que se entristece. Otros le hacen regalos. Están los que sonríen, saludan, se sacan una foto con él. Algunos se sientan a charlar. “Tengo el grado de locura o libertad que se necesita para hacer algo así”.