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La rápida evolución tecnológica exige que los emprendedores estén a la vanguardia de la innovación, utilizando tecnologías emergentes para crear nuevas oportunidades y soluciones. Además, las empresas emergentes juegan un papel vital en la creación de empleo y el desarrollo económico local.
Durante la conferencia, Alfredo Irigoin —PhD en Economía por New York University, Bachelor of Arts del Grove City College y Licenciado en Administración por la Universidad Católica Argentina— exploró el emprendedurismo desde la óptica económica austríaca.
Adaptabilidad y resiliencia
En un entorno económico dinámico e incierto, las habilidades emprendedoras, como la adaptabilidad y la resiliencia, son esenciales. El acceso a recursos y redes de apoyo, así como la oportunidad de operar en un mercado globalizado, refuerzan aun más la relevancia del emprendeurismo.
En su presentación, el experto destacó la importancia de comprender el emprendimiento en el contexto del siglo XXI.
La paradoja del valor
Un eje central de la charla fue el enfoque de la escuela austríaca de economía, particularmente su énfasis en las valoraciones subjetivas. Esta corriente de pensamiento se opone a las teorías económicas neoclásicas.
Irigoin explicó cómo, hasta 1870, el valor de los bienes se vinculaba exclusivamente a los costos de producción. “Si trabajo mucho, gano mucho; si trabajo poco, gano poco”, explicó.
“¿Por qué un diamante vale más que una banana que puedes comer?”, planteó al público. Continuó: “Un vaso de agua tiene un valor inmenso en el desierto, pero muy poco en la ciudad. ¿Ustedes dirían que el aire es un bien económico? ¿Han pagado por él? Depende de la escasez relativa. Si no puedo respirar, estoy dispuesto a dar mi reino por un poco de oxígeno”.
El orador destacó que estas preguntas también intrigaron a los economistas clásicos, quienes buscaban entender por qué algunos bienes esenciales tenían un valor de mercado tan bajo, mientras que bienes no esenciales alcanzaban precios desorbitados.
El giro hacia la subjetividad
En 1871, con la revolución marginalista, esta visión cambió: “Los bienes no valen por la cantidad de recursos empleados en su creación, sino por las valoraciones subjetivas de las personas”, afirmó.
Para el experto, esta concepción “tiene enormes consecuencias en cuanto a cómo entendemos la sociedad. El tema del subjetivismo es fundamental para la vida empresarial y personal”.
El subjetivismo también influye en cómo se perciben los países, como la manera en que otras naciones ven a Uruguay, por ejemplo. Este enfoque permea toda la actividad humana. “Podés trabajar 20 años, 20 horas al día, pero eso no garantiza que tu trabajo genere valor”, dijo.
Añadió: “En las ciencias sociales las cosas son lo que la gente cree que son. Y si la gente cree que una persona es la más sabia del mundo, valorarán su trabajo en consecuencia”.
También resaltó la importancia del contexto social en el ámbito empresarial: “No importa lo que piense de mi empresa, sino lo que los demás piensen de ella”. Este enfoque invita a los emprendedores a comprender y adaptarse a las percepciones del mercado.
Reflexiones finales
La conferencia culminó con una reflexión sobre el rol transformador del emprendedor en la economía moderna.
“Todos somos un poco entrepreneur, lo que nos hace exitosos es que veamos una situación antes que otros”, afirmó Irigoin. Además, destacó la necesidad de desarrollar una tolerancia al fracaso como parte del camino hacia el éxito: “Para emprender hay que tener tolerancia al fracaso y prepararnos para soportarlo”.