Agustina Affonso, Emanuel Schertz y Martín Grunwald, graduados de la Licenciatura en Economía de la Universidad ORT Uruguay, fueron aceptados por universidades de primer nivel internacional para realizar doctorados en economía. Schertz lo realizará en Harvard University; Affonso y Grunwald, en Arizona State University.
Schertz y Affonso contaron en qué consisten los doctorados, las opciones de inserción laboral que ofrece esta formación, el momento en el que se dieron cuenta que querían dedicarse a la investigación, cómo fue el proceso de postulación y cómo eligieron a qué universidad asistir.
-
¿En qué consisten los doctorados en economía (PhD)?
Agustina Affonso: El doctorado nos da el entrenamiento necesario para hacer investigación económica al más alto nivel. Los primeros dos años consisten en cursos muy rigurosos y los siguientes tres se enfocan en la tesis doctoral, donde uno realiza su investigación independiente bajo la supervisión de los tutores.
Emanuel Schertz: De los cursos iniciales, el primer año son clases generales de teoría económica, el segundo es más enfocado a las áreas de la economía en las que cada uno se quiere especializar.
-
¿Cuál es el tipo de inserción laboral al que aspira alguien que hace un PhD?
Affonso: Las personas que aplican a un doctorado suelen aspirar a seguir una carrera académica, típicamente en un departamento de economía de una universidad, haciendo investigación y enseñando.
Pero también hay grandes posibilidades de inserción laboral en organismos de gobierno o multilaterales y también en el sector privado. Hace algunos años ha crecido notoriamente la demanda de doctores en economía por parte de grandes empresas como Amazon, Facebook, Uber, etc.
Schertz: Varía mucho. En general se suele separar en dos opciones: el mundo académico y el mundo profesional u organismos internacionales. En el primero uno se dedica a la investigación y sigue un camino similar al del doctorado adentro de una universidad, publicando trabajos y dando clases. El segundo, en el caso de economía, a diferencia de otros trabajos, está más orientado a empresas tecnológicas o consultoras. Si se trata de organismos internacionales, puede ser el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Banco Mundial, etc.
-
¿En qué momento de su vida de estudiantes o graduados se dieron cuenta que querían dedicarse a la investigación en Economía?
Affonso: Recuerdo mi primera aproximación a la investigación con un trabajo final del curso avanzado de Economía Laboral, en el cual analicé brechas salariales de género y segregación en Uruguay.
A partir de este momento terminé de comprender el potencial de esta disciplina para dar respuesta a muchas preguntas que me hacía desde pequeña. Por ejemplo, ¿por qué mi padre ganaba más dinero que mi madre, si ambos trabajaban la misma cantidad de horas y en la misma profesión? Creo que en ese entonces terminé de darme cuenta de que investigación en economía era lo que quería hacer.
Schertz: Creo que no fue un momento sino un proceso. Recuerdo una conversación con la profesora Flavia Roldán después de clase que duró un par de horas, donde descubrí esta posibilidad. También influyeron muchas conversaciones con otros profesores y exalumnos como el profesor Francisco Rosas y Santiago Acerenza. Durante un año trabajé en investigación con el coordinador de la Licenciatura en Economía, el Dr. Néstor Gandelman. Ese período también fue fundamental.
-
La postulación a universidades para hacer el doctorado es un proceso altamente competitivo, ¿podrían explicar esto?
Affonso: Efectivamente, el proceso es muy competitivo. Las universidades reciben cientos, miles de aplicaciones y en general los grupos son de entre 10 y 25 personas. La crisis económica global hizo que este año sea aún más complicado.
Por un lado, muchas universidades redujeron sus presupuestos, lo que implica que puedan aceptar a menos estudiantes. Y, por otro lado, muchos programas recibieron una cantidad récord de aplicaciones.
Schertz: Es un proceso intenso y complejo. Se necesita mucho trabajo previo para que las universidades te consideren. Además, organizar todo y mandarlo es bastante trabajo.
Hay que enviar el currículum, escolaridad, una carta de presentación y diversos requerimientos que varían para cada programa. El proceso es muy competitivo. Este año fue especialmente complicado porque varios de los programas aceptaron a la mitad de la gente que en ediciones anteriores.
-
Ustedes fueron muy exitosos, ¿pueden contarnos qué universidades los aceptaron y en que consiste esta aceptación?
Affonso: En mi caso, al comienzo estaba muy asustada por la cantidad de personas que sabía que iban a postular este año y por los recortes en el presupuesto en la mayoría de las universidades, así que apliqué a muchos lugares. En Estados Unidos me aceptaron en varias universidades, entre ellas: University of Wisconsin-Madison, University of Maryland, Boston College, Arizona State University. También me aceptaron en programas europeos muy prestigiosos como el CEMFI, Tinbergen Institute y Bonn.
Por suerte, todas mis aceptaciones fueron con financiamiento completo, que incluye la exoneración de matrícula, un pago de manutención anual y el seguro médico por cinco años.
En general, como contrapartida, las universidades te exigen una carga de trabajo baja como asistente de investigación o ayudante en algún curso. Pero también puede pasar que te exoneren de esto también. En Arizona State University, por ejemplo, durante el primer año nos podemos dedicar únicamente a estudiar.
Schertz: En mi caso, tuve la suerte de tener que tomar una decisión muy complicada entre Harvard, Berkeley, Princeton, Northwestern, Michigan y Brown.
-
¿Cómo decidieron a qué universidad ir?
Affonso: Fue difícil. Tomé la decisión intentando maximizar el nivel académico de la universidad y algunas cuestiones personales. En ese sentido, terminé rechazando ofertas muy atractivas, de programas ranqueados dentro de los mejores 15 de Estados Unidos, como la de Wisconsin-Madison.
Voy a coincidir en la universidad con otro compañero de ORT, Martín Grunwald, que también optó por este programa en Arizona State University (ASU). En su caso eligió ASU en lugar de Minnesota, otro programa muy prestigioso en macroeconomía.
Schertz: El proceso es bastante más complicado de lo que parece. Existen muchos rankings de programas que son buenos como un primer indicador. Pero hay departamentos con mayor destaque en algunas áreas que en otras. Y es importante intentar ir a un lugar que se destaque en lo que a uno le gustaría hacer.
Me incliné por Harvard, porque tiene un nivel altísimo en la enorme mayoría de las áreas. No fue una decisión fácil.
Es fácil perder la perspectiva y ponerse a comparar detalles, pero es bueno recordar que los tres postulantes de ORT tuvimos un set de opciones increíbles.
-
¿ORT los apoyó en este proceso de decisión y aplicación?
Affonso: Los profesores siempre me motivaron e impulsaron a tener una carrera académica. Dedicaron muchísimo tiempo a nuestro proceso de aplicación, desde la selección inicial de la universidad a aplicar, hasta la obtención de los resultados. También escribieron cartas de recomendación y se contactaron con sus colegas de universidades del exterior. Destaco particularmente el apoyo que recibí de Néstor Gandelman, Flavia Roldán y Francisco Rosas.
Este proceso es muy estresante y es duro cuando llegan los primeros rechazos (que suelen llegar antes que las aceptaciones) y uno piensa que no lo va a conseguir. En esos momentos difíciles el apoyo de los profesores marcó una diferencia. Me transmitían confianza y me daban aliento, luego de cada charla me convencía de que las cosas iban a salir bien. Y así fue.Schertz: Estoy muy contento con el apoyo que recibí por parte de los profesores del Departamento de Economía, tanto en el proceso de aplicación como en todos los procesos previos.
La ayuda fue enorme, tanto escribiendo cartas de recomendación como conversando por horas para que tomara la mejor decisión.
-
¿Qué mensaje tiene para los estudiantes actuales?
Affonso: Que sueñen alto y tengan grandes aspiraciones. Con trabajo duro y el apoyo de sus profesores podrán lograr sus objetivos.
Y un consejo un poco más práctico: no descuiden su escolaridad. De cierta forma, esta será su carta de presentación si deciden continuar estudiando.
Schertz: Se puede. Hay que meterle mucho y una cuota de suerte siempre viene bien. Pero se puede.