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“Nuestro nivel educativo y socioeconómico tiene un efecto sobre nuestras competencias digitales. Las brechas sociales y digitales afectan directa o indirectamente las oportunidades de poder detectar y actuar sobre la desinformación”, señaló Matías Dodel —Doctor en Sociología por la University of Haifa, especializado en desigualdades digitales, políticas públicas, estratificación social y ciberseguridad, y profesor asociado del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Católica del Uruguay— durante la conferencia “Desigualdades digitales”.
El evento online, organizado por el Departamento de Estudios Internacionales de la Universidad ORT Uruguay, se llevó a cabo el lunes 26 de abril de 2021.
Esta conferencia se desarrolló en el ámbito del programa Media Literacy Against Disinformation Initiative (MLADI), el cual fue elaborado y propuesto por el Center for the Study of Contemporary Open Societies (CESCOS) y contó con el patrocinio de la Embajada de los Estados Unidos de América.
Las desigualdades digitales en Uruguay
“Uruguay hoy en día tiene una posición destacada como país que ha invertido en política pública a nivel digital —indicó Dodel—. Por ejemplo, con el coronavirus pudimos implementar la educación de emergencia a distancia rápidamente porque muchos niños tenían computadoras en sus hogares por el Plan Ceibal y a eso se le sumó una buena red de cobertura”.
“Sin embargo, no todo el mundo tiene computadora ni internet en su hogar y las disparidades parecen estar incrementándose a partir de los rápidos ciclos de innovación tecnológica”.
“Estamos muy lejos de haber eliminado las desigualdades digitales, claves para obtener bienestar en el siglo XXI”.
La importancia de las competencias
Dodel explicó que las potenciales víctimas de estafas en línea no son elegidas al azar: “¿Quiénes son víctimas de las estafas en línea? Para que uno caiga, tiene que atravesar tres fases. La primera es que el criminal lo busque. La segunda es responderle y caer en la estafa. La tercera es perder dinero. La primera fase está condicionada por el autocontrol de la persona, cómo usa las redes sociales, cuánta información personal revela en internet”.
“Las desigualdades digitales están estrechamente vinculadas con las desigualdades socioeconómicas, pero también están basadas en logros y competencias previas. Las habilidades digitales a veces requieren que uno tenga otras habilidades”.
En ese sentido, el experto añadió: “¿Es mejor tener más habilidades digitales? No necesariamente. Diversos estudios del proyecto Kids Online muestran que tener una gran cantidad de habilidades digitales sin tener otras habilidades socioemocionales y/o de autocontrol pueden resultar no solo en más oportunidades sino también en más riesgos. Esa persona puede hacer más cosas, pero más cosas peligrosas también. Por ejemplo, actividades relacionadas con el cyberbullying”.
Trabajar sobre la desinformación
Es posible capacitar en desinformación. “Hay cosas para hacer, se puede practicar. Lo que pasa es que tenemos poca evidencia sobre qué acciones efectivamente sirven para capacitar en desinformación, que hacen que la gente la detecte más o deje de compartir basura”, afirmó el experto.
“Lo que sí está claro es que todas las acciones que funcionan no son suficientes o, por lo menos, no son sustentables si se mantienen otras inequidades —añadió el académico—. En la actualidad hay compañías de celulares que dan la posibilidad de usar WhatsApp sin consumir datos. Esto provoca que muchas personas se informen solo por ese medio y queden a la merced de lo que les envíen sus amigos o familiares, que quizás tampoco tienen muchas habilidades digitales y compartan información falsa. El problema, cuando nos llega información de gente en la que confiamos, es que bajamos la guardia”.
Dodel concluyó: “Es necesario actuar ante las desigualdades digitales y sobre las habilidades para contribuir a la reducción de las brechas en competencias de desinformación”.