“Cuando des una charla de liderazgo masculino, ¿me invitás?”. Esa fue la pregunta que le hizo Mati, de ocho años, a su madre Carolina Bellora, profesora visitante y asesora en procesos de cambio en empresas de Argentina, Chile, Brasil, Bolivia, México y España. Bellora se encontraba preparando la conferencia “Liderazgo femenino” que tuvo lugar el jueves 17 de marzo de 2017.
La profesora comenzó la presentación con esta anécdota. Reflexionó que si bien se habla del “liderazgo femenino”, no es común escuchar el término “liderazgo masculino”. Explicó que se asume que el “liderazgo” por sí solo es masculino.
We can do it!
La experta mostró una imagen de una mujer seria, con un pañuelo, exhibiendo sus músculos, junto a las palabras ‘We can do it!’.
Contó que este cartel fue creado por el diseñador gráfico J. Howard Miller en 1943, con el objetivo de levantar la moral en época de guerra. Se popularizó en los años 70, a través de grupos feministas. Hoy sirve para reivindicar los derechos de la mujer y recordar su rol fundamental para la sociedad.
Bellora afirmó que hasta los años 60 la mujer era invisible en las decisiones políticas. Se le asignaba el cuidado del hogar y de los hijos, además de otras presiones sociales. A partir del 2000 se le ha dado un mayor lugar en el liderazgo, pero su acceso a roles de dirección se ha visto mermado por una supuesta “cuestión biológica”. La profesora visitante indicó que es verdad que durante el embarazo es la mujer quien lleva al hijo, pero que una vez que nace toda la responsabilidad debería ser compartida.
En cuanto a las cuestiones domésticas, “tenemos el paradigma de que nadie mejor que nosotras va a ocuparse de estas tareas no remuneradas. ¿Por qué?, ¿de dónde viene?, ¿hay evidencia científica al respecto? Realmente no”, manifestó Bellora.
Educación y política
A través de la educación, se forman los estereotipos de “nena” y “varón”. Existe el mandato de que las niñas deben jugar a la cocinita y los niños, a los autitos. Este tipo de actitudes van marcando que, cuando crecen, los adultos tienden a tener temas de conversación divididos.
“No hay consciencia de la mujer como ser político”, dijo Bellora. En este sentido, resaltó que en general no se critica el aspecto físico de los políticos, pero sí el de las mujeres políticas. Existe la concepción de que está para ser vista, no para ser oída. La mujer en la política —así como en otros ámbitos— debe enfrentar el techo de cristal y las paredes de cristal.
“El techo de cristal tiene que ver con la imposibilidad de subir a puestos de mayor liderazgo”, aseguró Bellora. En cuanto a las paredes de cristal, explicó que “las mujeres en las organizaciones están concentradas en las funciones de menor valoración económica y social”.
Ejemplificó con el caso de las enfermeras, que “aportan un valor enorme, pero indirecto” y por tanto “mucho más difícil de demostrar”.
La mujer tiene hoy un lugar importante en cuanto a la educación superior. Según datos de la Unesco, la educación superior en Latinoamérica está compuesta en un 54,4 % por mujeres. Sin embargo, suelen dedicarse a carreras con menor valoración en la sociedad y peores sueldos.
Dificultades
Hay diversos aspectos que dificultan el acceso de mujeres a altos cargos:
- La publicidad. Bellora afirmó que genera estereotipos de liderazgo asociados al género. Ejemplificó este punto con una publicidad de lapiceras del año 2015 que mostraba a una mujer sonriente con el siguiente mensaje: “Mostrate como una chica, actuá como una mujer, pensá como un hombre y trabajá como un jefe”.
- La sobrecarga de tareas domésticas. “¿Ustedes saben quién tiene más carga de trabajo? La mujer. Lo que pasa es que la mitad del trabajo de la mujer es no remunerado”, aseguró Bellora. Existe aún la concepción de que el hombre “ayuda” y no es un socio.
- La ausencia de modelos femeninos de liderazgo, compromiso genuino de los hombres, capital social de las mujeres y políticas de equidad.
¿Qué podemos hacer?
Hay diferentes respuestas posibles. Entre 1960 y 1990 el enfoque estuvo puesto en la igualdad a través de acciones afirmativas. Entre 1990 y 2000, en la diversidad a través de la educación de género. A partir del 2000, en la integración impulsada por ambientes inclusivos.
Para Bellora, además de ser una cuestión de derechos humanos, a las empresas les conviene tener diversidad desde el punto de vista de los negocios. Incluir a la mujer implica “aprovechar un potencial humano enorme”.