El Economista Julio de Brun, catedrático de Economía del Uruguay de la Facultad de Administración y Ciencias Sociales de la Universidad ORT Uruguay, analiza los impactos económicos que tendrá el COVID-19, cómo podría ser la recuperación y cómo afectará otros sectores como la enseñanza.
¿Cuáles considera que son los principales impactos económicos en el país a raíz de esta crisis sanitaria?
Lo que se observa en Uruguay, al igual que en todos los países del mundo que están enfrentando la pandemia, es una paralización brusca de la actividad económica, cuyo principal impacto es en el empleo.
Dentro de las diversas actividades, como consecuencia directa de las medidas de contención del virus, las que se ven inicialmente más afectadas son las que suponen un alto componente de contactos interpersonales, ya sea por la relación con el cliente, como en los comercios o el transporte, o dentro de la propia organización.
Por ese motivo, se observa también que los servicios sufren un impacto más negativo que las actividades productoras de bienes. En general, las actividades agropecuarias o las manufactureras, que suponen cierto grado de especialización del trabajo y compartimentación, además de automatización, han podido continuar con menos restricciones que actividades de servicios que implican un grado mayor de interacción horizontal.
De todos modos, las distorsiones en las cadenas de abastecimiento terminan afectando a todos los sectores en mayor o menor grado, por lo que no hay duda de que nos enfrentamos a la mayor recesión en la economía mundial en los últimos 100 años.
Como la contención del virus supone reducir los vínculos interpersonales, las pequeñas unidades económicas, con menor grado de calificación, más dependientes de la movilidad natural en una sociedad, son las más afectadas. Además, suelen pertenecer a los grupos sociales más vulnerables. Por eso, las políticas públicas en todo el mundo, y Uruguay no ha sido la excepción, han estado muy focalizadas en mitigar el daño en los sectores de menores ingresos.
Otros sectores, ya sea porque pueden adaptarse al trabajo a distancia, o a la relación a distancia con sus clientes, pueden sobrellevar mejor la crisis. Del mismo modo, la dispersión del virus está muy asociada a la densidad de población, por lo que las actividades en zonas rurales o pueblos y ciudades pequeñas se ven menos afectadas. Es probable que, con algunas medidas de alivio financiero, puedan resistir razonablemente bien una caída transitoria en sus negocios.
¿Considera que es posible una salida en V de esta crisis?
La "salida en V" supone regresar a la tendencia previa, más pronto o más tarde. Esto implica evitar perder elementos clave del capital de una sociedad, que pasan por la capacidad de inversión de las empresas para continuar al día con la tecnología, la conservación de sus redes de clientes, la preservación del entrenamiento incorporado en la mano de obra o la fuente de financiamiento que provee la capacidad de ahorro de las personas.
El cierre de empresas supone, precisamente, la pérdida de muchas de esas cosas. Lo mismo que la pérdida de riqueza de las personas, en lo que respecta a su capacidad de ahorro y financiamiento de la inversión. Por ello, es crucial la calidad de las políticas públicas durante la crisis: si se puede mitigar el impacto de la crisis de la forma más amplia posible, se puede regresar relativamente rápido a algo similar al escenario previo a la crisis, posibilitando un ciclo en forma de "V".
Pero debemos ser realistas y pensar que muchas cosas no van a ser iguales. El "distanciamiento social" va a permanecer por un buen tiempo, lo que va a afectar la productividad de algunos sectores (por tener que trabajar con turnos reducidos para facilitar la distancia física o la limpieza, lo que supone un menor aprovechamiento del tiempo y el espacio) o la demanda en otros como, por ejemplo, los espectáculos públicos, los restaurantes y hoteles y los viajes. Si va a ser una recuperación tipo "V", va a ser un trazo con muchas florituras.
¿Qué políticas le parece prioritarias aplicar desde el gobierno para mitigar los efectos de la crisis?
La construcción de una red social para proteger a los sectores de menores ingresos es fundamental, porque además, es necesaria para viabilizar el "distanciamiento social" y reducir la propagación del virus en sus etapas iniciales. Asegurar financiamiento de capital de trabajo, para evitar cierre de empresas y pérdidas definitivas de puestos de trabajo, también es prioritario.
Los errores a evitar: subestimación e improvisación. Están vinculados, porque uno lleva al otro. La combinación de un fuerte choque inicial en la contención del virus, acompañada de una estrategia planificada, sosteniendo una suerte de versión económica y social de la táctica de leave no man behind parecen ser la mejor respuesta en materia de políticas públicas a la crisis.
¿Cómo ve posicionado a Uruguay como país en relación a la situación de los países de la región y del mundo?
A diferencia de Brasil, Uruguay no subestimó el problema, lo que permite actuar sin improvisación. A diferencia de Argentina, Uruguay puede enfrentar el problema con un acceso a financiamiento más holgado.
Además, la densidad de población también importa, y en este caso nos juega a favor, tanto en la prevención del virus, como en la "salida".
Creo que Uruguay puede salir de esta situación con un impacto económico y social más moderado que en la región.
Y, si somos exitosos, desde el punto de vista de imagen institucional del país, puede resultar en un elemento de provecho de cara al futuro para cualquier estrategia de doing business.
Como docente, ¿cómo considera que el virus impactará en la enseñanza?
Está resultando en un tiempo de aprendizaje para la propia actividad docente. Este es un ejemplo de actividad que ha tenido que adaptarse a estas circunstancias, y me atrevería a pensar que algunos cambios han llegado para quedarse.
Creo que la modalidad de cursos a distancia va a comenzar a ser una modalidad utilizada con mayor frecuencia por muchas instituciones educativas, más allá del retorno a las clases presenciales tradicionales.
En cuanto al tema en sí, sin dudas es un caso de referencia. Se han popularizado modelos matemáticos de difusión de un virus, que seguramente se incorporarán a los programas de carreras de ciencias.
También estamos aprendiendo el potencial de la tecnología para rastreo de personas afectadas y posibles contagios. Esto disparará discusiones éticas que serán tema en cursos de derecho.
En economía, analizaremos el impacto del manejo de datos en el conflicto, cada vez más presente entre privacidad y desarrollo tecnológico. Para las ciencias sociales en general, las respuestas de los países, tanto en forma aislada como en forma cooperativa, generarán nuevos temas de debate en torno a la geopolítica y la globalización.