“Necesitamos aún más los derechos humanos que antes”, dijo la profesora Kathryn Sikkink durante la conferencia “Razones para la esperanza: Los retos a los derechos humanos en el siglo XXI”. La charla, que fue la decimotercera conferencia del ciclo anual del Departamento de Estudios Internacionales, tuvo lugar el lunes 18 de diciembre de 2017 en el Hemiciclo del Campus Pocitos.
Kathryn Sikkink es Ryan Family Professor of Human Rights Policy en la Kennedy School of Government y Carol K. Pforzheimer Professor en el Radcliffe Institute for Advanced Study. Es, además, miembro de la American Philosophical Society, la Academia Estadounidense de las Artes y las Ciencias y el Council on Foreign Relations.
“Razones para la esperanza: Los retos a los derechos humanos en el siglo XXI” es el título del libro que Sikkink editará en junio de 2018.
El vínculo uruguayo y el optimismo
Sikkink comenzó la conferencia contando su vínculo con Uruguay. Recordó llegar al país en un intercambio estudiantil en 1976 y dijo que gran parte de su interés por los derechos humanos viene de haber experimentado la vida durante la dictadura.
“Decidí que tenía que escribir este libro porque estábamos inundados por una serie de libros muy pesimistas en cuanto a la legitimidad y la efectividad de los derechos humanos”, explicó y citó casos de autores que refieren al fin de los tiempos de los derechos humanos.
La visión pesimista también se observaba en varios activistas de derechos humanos, lo que preocupó profundamente a la académica. La obra consta de tres partes, que abordan la legitimidad de los derechos humanos, su efectividad y su funcionamiento en el siglo XXI.
La protección internacional y el rol latinoamericano
Para Sikkink, los orígenes de la protección internacional de los derechos humanos son mucho más diversos que lo que plantean algunos autores estadounidenses, que limitan su visión a Estados Unidos y Europa Occidental. Así, la continuidad de esa protección se presenta como algo viable.
Para la autora, América Latina jugó un rol muy importante en impulsar los derechos humanos y su protección internacional. La Constitución mexicana, de 1917, es la primera en todo el mundo en reconocer los derechos económicos y sociales al mismo tiempo que los derechos políticos y cívicos.
Es recién luego de la Segunda Guerra Mundial, en la Conferencia de San Francisco que lleva a la fundación de las Naciones Unidas, cuando la idea de la protección internacional de los derechos humanos toma un sesgo institucional.
Sikkink recordó que en la conferencia de Dumbarton Oaks, previa a San Francisco y en la que Gran Bretaña, URSS, Estados Unidos y China redactaron un borrador para la creación de las Naciones Unidas, los derechos humanos apenas merecían una mención. China solicitó la inclusión de un artículo referente a la discriminación y dicha solicitud no fue aceptada.
Dijo asimismo que la Conferencia de Chapultepec se da por la preocupación de los países latinoamericanos por la ausencia de planes de desarrollo económico y de protección de derechos humanos. Entonces, los países asistentes solicitaron al Comité Jurídico Interamericano un borrador de Declaración de Derechos Humanos.
Los derechos de la mujer y la participación uruguaya
La conferencista recordó la intensa actuación de las delegadas latinoamericanas en la Conferencia de San Francisco para obtener la aprobación de artículos referentes a los derechos de la mujer. Contó luego que la brasileña Martha Lutz, la dominicana Minerva Bernardino y la uruguaya Isabel Pinto de Vidal consiguieron la inclusión de la igualdad de género sin la colaboración de sus colegas de las grandes potencias.
Sikkink se refirió al artículo 8 de la carta de la ONU como “el artículo uruguayo”, por las gestiones realizadas por la representante uruguaya para su redacción y aprobación.
“Los uruguayos querían tener una versión legal en derecho internacional de derechos humanos ya en 1945”, dijo la experta. “No lo lograron”, apuntó, recordando el frustrado intento de Dardo Regules de incluir la declaración de derechos humanos en el tratado de la Organización de Estados Americanos (OEA).
La experta contó que fue el gobierno brasileño el que propuso, en 1948, la creación de una Corte Interamericana de Derechos Humanos. Esto no pudo cumplirse de forma inmediata ya que el orden indicaba la creación de una convención en primer lugar; la instalación de los procesos dictatoriales en América Latina hizo difícil alcanzar ese objetivo.
“Cuando llegan las dictaduras al Cono Sur, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos está en vigor. Lo interesante es cómo la Comisión logra ser una institución eficaz”, dijo.
Justino Jiménez de Aréchaga era el representante uruguayo de la Comisión durante esa época. Sikkink opinó que el rol de Jiménez de Aréchaga es poco debatido en general y recordó algunas de sus actuaciones.
Genaro Carrió, el representante argentino, escribió que Jiménez de Aréchaga “fue el noble arquitecto de hacer de la Comisión una institución eficiente para la defensa de los derechos humanos”.
La legitimidad de los derechos y la esperanza para seguir luchando
“La legitimidad tiene que ver con el tema del neoliberalismo”, explicó la experta. Dijo que en Estados Unidos hay quienes critican los derechos humanos por coincidencias con el neoliberalismo, y explicó por qué a su entender se trata de una crítica sin razón.
“La crítica a la legitimidad de los derechos humanos se está basando muchas veces en historias incompletas y sesgadas”, razonó. “Necesitamos aún más los derechos humanos que antes”.
“Todos los avances en derechos humanos en el mundo se han logrado a través de luchas, muchas veces de luchas de grupos oprimidos. Si perdemos confianza en la legitimidad y efectividad de los derechos humanos, podemos perder la energía para seguir luchando. Frente a muchos retos y muchos desafíos, propongo razones para la esperanza sin complacencia”, dijo.
“Para seguir luchando hay que tener la ira pero también la esperanza”, acotó. “Esperanza basada en la Historia, en los datos, no utópica. Es necesario luchar en la construcción de un mejor mundo”.
Derechos colectivos y el falso sufrimiento
“Creo que hay razones importantes, sobre todo en comunidades indígenas, para pensar en derechos colectivos”, señaló al ser consultada por la audiencia. “Muchos derechos colectivos pueden protegerse protegiendo los derechos individuales. Normalmente es eficaz la protección individual para proteger la comunidad”.
“Los derechos humanos generalmente son contra mayoritarias. Son raras las veces que las mayorías abracen los derechos humanos”, comentó y explicó que “los derechos humanos protegen las minorías de las mayorías”.
“La mayoría de personas en el mundo piensa que jamás hubo tanto sufrimiento como ahora. Con los datos, es mentira”, aclaró. Índices como el aumento de la expectativa de vida y la reducción de la mortalidad infantil contradicen la teoría popular del sufrimiento.