Michael Chu, profesor e investigador de Harvard Business School (HBS), dijo que la mejor forma para que las intervenciones sociales más importantes mejoren la calidad de vida de las personas al menor costo posible es a través de la empresa privada.
Sin embargo, para que esto ocurra y el valor agregado siga fluyendo hacia los clientes, es necesario que estas iniciativas deriven desde la empresa hacia la creación de una industria en la que se dé una competencia intensa.
A su vez, el experto se mostró a favor de la regulación estatal de estos servicios, ya que el mercado sin regulación “es la jungla”.
La conferencia titulada “Modelos de negocios rentables y de alto valor social: viabilidad e impacto” fue el jueves 27 de julio en la Universidad ORT Uruguay y formó parte del Ciclo de Charlas de Management y Negocios de la Escuela de Postgrados de la Facultad de la Administración y Ciencias Sociales.
Chu, MBA de la HBS y con amplia experiencia en la actividad privada, ha puesto el foco de su interés académico en los emprendimientos comerciales que ocupan espacios que tradicionalmente han sido del sector público o de la sociedad civil.
El agua de Manila, las farmacias y las microfinanzas en México
El experto comenzó su exposición dando tres ejemplos de este tipo de iniciativas:
-El primero ocurrió en la ciudad de Manila. Hasta 1999 las cañerías de agua llegaban al 60 % de la población. Un 40 % vivía en la pobreza. Muchas de las personas que accedían al agua, lo hacían solo algunas horas por día y esta era de mala calidad o ni siquiera era potable.
Las personas que vivían en los barrios más pobres accedían al agua a través de vendedores ambulantes, que la vendían a un precio siete veces mayor al que pagaban las personas conectadas al sistema de cañerías. Además, el agua estaba subsidiada, pero quienes se beneficiaban de ese subsidio eran los más ricos.
Pero en 1999 en Manila se decide privatizar la institución del agua. Se dividió la ciudad en dos sectores y dos compañías privadas se encargaron del suministro. Al principio hubo pérdidas, pero en 2006, la calidad del agua pasó a ser world class, cubriendo al 100 % de la población las 24 horas del día, siendo las utilidades de la empresa de 49 millones al año.
-El segundo ejemplo que mencionó Chu ocurrió en México, donde en la década del 90 la calidad del sistema de salud no era buena. Las personas con menos recursos debían esperar demasiado tiempo para ver a un médico, y las farmacias estaban desabastecidas la mayor parte del tiempo sin poder acceder a los medicamentos.
En respuesta a esta situación, en 1997 el empresario Víctor González Torres inició un proyecto que constó de dos partes. La primera fue la realización de una cadena de farmacias que tenía los medicamentos entre un 30 y un 75 % más baratos que el precio de mercado. La segunda consistió en la realización de una clínica médica junto a cada una de las farmacias. La gente accedía a las clínicas por 2 dólares, con un tiempo de espera que no superaba los 15 minutos.
En la actualidad 12 millones de mexicanos al mes compran sus medicamentos y 3.5 millones consultan a los médicos en estas clínicas. Hay más de 4000 farmacias de este tipo y están presentes en toda población que supere las 5000 personas. Y, luego de una inversión inicial de 2 millones de dólares, sus ventas superan los 1000 millones de dólares al año.
-El tercer ejemplo que mencionó Chu fue un emprendimiento del cual él formó parte. El experto indicó que la Organización Internacional del Trabajo ha estimado que el 70 % de la población económicamente activa del mundo deriva sus ingresos de sectores informales. Pero todas esas microempresas necesitan acceso al financiamiento, por ejemplo, para comprar las frutas y verduras que luego venderá en la feria.
En 1990, una ONG de México comenzó a desarrollar un programa en microfinanzas. Consiguió donaciones y logró tener viabilidad. En 1998 pasó a tener una cantidad de clientes suficientes para solicitar una licencia y ser una compañía financiera. En 2006 obtuvo la licencia de banca universal.
La mayoría de sus clientes eran de bajos recursos económicos, el monto promedio de los préstamos que otorgaba era de 400 dólares, tenía un crecimiento superior al 50 % anual, una rentabilidad del 56 % de retorno sobre el patrimonio y era la institución financiera más rentable de América Latina.
Por lo tanto, decidieron llevarla a la bolsa de valores de México y el valor que le dio el mercado fue de 1.530 millones de dólares. Había sido creada con una inversión inicial de 6 millones.
La mejor intervención, al menor costo, ahora
Chu señaló que “estos ejemplos de grandes éxitos son importantes porque se dan en la entrega de bienes y servicios con un impacto significativo en la calidad de vida de las mayoría de la gente”.
Marcó que son intervenciones sociales que tienen las características de: realizar la mejor intervención para la gente en un determinado momento, llegar a las personas que lo necesitan al menor costo posible, mejorar la calidad de vida, y aplicarse en el presente. “Esta es la definición de éxito desde los ojos de las personas para las cuales la intervención va a hacer una diferencia grande”, dijo.
El profesor agregó que estas iniciativas deben alcanzar a un alto número de personas, ser sustentables a través del tiempo, eficientes debido a que su modelo de negocios se vuelve cada vez mejor y, además, alcanzar cada vez más bajos costos para las personas beneficiadas.
El experto continuó la conferencia afirmando que “las ONG son generadoras de ideas que pueden cambiar la realidad. Las agencias de desarrollo y la filantropía dan la posibilidad a estas ideas de que se prueben en el campo” pero que “el problema es que no están preparadas estructuralmente para dar escala masiva y sustentabilidad a través del tiempo”.
Según Chu, cuando nacen estas ideas la tendencia ha sido ir hacia el gobierno, que sí puede dar escala masiva y sustentabilidad. Pero para aumentar la eficiencia y la eficacia “en la historia de la humanidad ha habido solo un vehículo que ha podido juntar las cuatro características de forma simultánea y consistente, y es la empresa privada”.
La creación de una industria regulada por el Estado
Sin embargo, agregó, no es posible a través de una empresa en particular, ya que todas están condenadas, algún día, a perecer. “¿Qué es lo que da a la empresa privada esa capacidad? No es la empresa en sí, sino la creación de una industria”, afirmó.
“La prueba de esto es el smartphone. Sabemos que en algún momento va a haber un aparato mejor, más eficaz y más barato que el actual. Y todo eso se da porque hay una industria que está compitiendo para servirnos”.
“La única forma de asegurar que el valor agregado que se va creando no quede estancado en manos de inversores y de la gerencia de las empresas, y siga fluyendo hacia el cliente es la competencia intensa. Ese es el rol de la industria”, afirmó.
El profesor agregó que para que se cree una industria es necesario que las empresas obtengan una rentabilidad por encima del promedio, y el concepto "ganar dinero resolviendo problemas sociales" es rechazado sin importar la cultura o país de los que provengan. Esta industria requiere un cambio de paradigma para poder desarrollarse.
A su vez, el experto se mostró a favor de la regulación estatal de estos servicios. “El rol del Estado es fundamental, porque la historia moderna confirma que el mercado sin regulación es la jungla. Y en la jungla quien prevalece es la bestia más salvaje. El mercado necesita de alguien que lo ordene”, culminó.