“Entré a la carrera con miedo e incertidumbre. ORT me ayudó a abrir los ojos al mundo”, contó al recordar aquellos primeros días en la Facultad de Administración y Ciencias Sociales.
Sentía que salir del colegio y enfrentarse al mundo real era un salto enorme. Sin embargo, la Licenciatura en Estudios Internacionales le abrió los ojos a otras formas de pensar y a realidades distintas a la suya.
Fischel se graduó en 2003, hace más de 20 años. Las clases la motivaban a estudiar más allá de lo obligatorio y los profesores le dejaron su huella. “ORT me hizo feliz y me hizo sentir parte de una comunidad”, resumió.
Una pasantía que cambió todo
El primer gran paso profesional fue una pasantía en el grupo Jaume Sere. Empezó como telefonista, haciendo fotocopias y ayudando en todo lo que podía, pero con una actitud que no pasó desapercibida. “Siempre fui apasionada y quise dar más”, dice. Su jefe, Jorge “Tato” Sere, no solo fue su mentor, sino quien le ofreció una oportunidad para quedarse en la empresa.
Lo que comenzó como una pasantía, se transformó en un trabajo fijo y luego en un viaje que la llevó a liderar la sucursal en Miami. Para ella, nunca fue “solo una pasantía”. Desde el inicio, intentó ser la mejor versión de sí misma y contagiar a otros esa misma energía.
Hoy, más de 20 años después, es CEO de esa misma empresa. “Sé que muchas veces una puede darlo todo y no ser vista, por eso agradezco profundamente que él me vio”, reflexionó. Añadió: “Y agradezco a ORT, que literalmente me situó en el camino que sigo transcurriendo hoy en día. Si no fuera por las enseñanzas que adquirí en ORT, y por la pasantía que cursé, no estaría en esta posición”.
Desafíos fuera de fronteras
Emigrar a Estados Unidos no fue fácil. El contraste entre la imagen idealizada de Miami y la realidad fue un shock. El idioma, las leyes, la cultura: todo requería una adaptación constante. “Me enfrenté a situaciones que jamás imaginé: un juicio federal, inspecciones gubernamentales, negociaciones tensas”, recordó. De todos modos, señaló que siempre tuvo “la tranquilidad y confianza de estar haciendo las cosas bien, de forma honrada y transparente”.
También tuvo que lidiar con lo emocional: estar lejos de los suyos, perderse momentos importantes, atravesar el duelo a distancia. Sin embargo, todo ese esfuerzo tenía un sentido.
“Sabía que estaba comenzando a forjar mi futuro. Hoy me siento, miro atrás, y sé que nada de eso fue en vano. Pude ayudar a mi familia y a mis amigos. Siempre supe que mi esfuerzo estaba orientado a mi misión, que era ayudar”.
De empresa familiar a multinacional
La empresa en la que comenzó fue creciendo. Con esos cambios llegaron nuevas exigencias: reportes, estructuras corporativas, menos cercanía. Pero ella siguió apostando al mismo norte: resolver problemas, inspirar a su equipo y mantener la actitud como su principal diferencial.
“Lo que uno sabe suma, pero la actitud multiplica”, afirmó.
ORT como punto de partida
Cuando repasa su historia, ORT ocupa un lugar central. “Una universidad de primer nivel me pudo dar esa formación que necesitaba para poder sentirme sólida, fuerte y con las herramientas para dar el extra en mi vida”, dijo.
Fue el inicio de todo: del cambio, de las oportunidades, de su carrera. Agradece el esfuerzo de sus padres por permitirle estudiar, y a la universidad por haberle dado el entorno para crecer.
“La felicidad está del otro lado del miedo”, concluyó.