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El TISA: ¿liberalizar el comercio de servicios?

02/07/2015
Conferencia de los profesores Juan José Barrios y Juan Labraga.

¿Qué es el TISA? ¿Qué implica? ¿Qué ventajas y desventajas tiene? ¿Cómo surge? ¿Cuál es la importancia para Uruguay? ¿Quiénes y por qué lo critican? Esas fueron algunas de las preguntas que se intentaron responder en la conferencia titulada “El acuerdo sobre comercio de servicios Trade in Services Agreements (TISA): características, problemas, oportunidades y desafíos”.

El evento, que formó parte del ciclo “Hablemos con los profesores” que organiza el Departamento de Economía, tuvo lugar el 22 de junio de 2015 en la Facultad de Administración y Ciencias Sociales de la Universidad ORT Uruguay.  

Los expositores fueron el Dr. Juan José Barrios, coordinador académico adjunto de la Licenciatura en Economía, y el Lic. Juan Labraga, catedrático asociado de Comercio Internacional en la facultad.   

¿Qué es el TISA?   

El TISA –Trade in Services Agreements–, explicaron los profesores, es un acuerdo cuyo objetivo es la liberalización del comercio de servicios y la eliminación de los obstáculos comerciales que distorsionan la competencia y limitan el acceso a los mercados.

El acuerdo aún no está firmado. Se trata de  una serie de conversaciones entre 51 países del mundo, que fueron impulsadas por Estados Unidos y la Unión Europea.  

Cada país puede manifestar su intención de liberalizar ciertos servicios a la competencia externa, así como decidir no negociar determinados sectores. En particular, se podrá abrir a la competencia externa los servicios de comunicación, construcción, distribución. También los educativos, comerciales, ambientales, financieros y sanitarios, junto con el turismo, el transporte y los viajes.  

Contexto

La importancia relativa de los servicios, en el total de las exportaciones, tanto a nivel mundial como para Uruguay, ha aumentado. Las exportaciones mundiales de servicios, en los últimos diez años, crecieron a tasas aceleradas. Fundamentalmente, en los países desarrollados. Implican miles de millones de dólares, explicó Barrios.

Asimismo, indicó que la estructura de producción mundial cambió. Hoy la importancia relativa de la producción de manufacturas en los países no desarrollados es cada vez mayor, mientras que, en los desarrollados, es cada vez menor.

También hubo un cambio en la importancia relativa de Estados Unidos, Europa y Japón en el Producto Bruto Mundial, indicó Labraga. El PBI de estos tres países, hasta cerca de 2003, representaba alrededor del 70% del PBI mundial. El resto del mundo se quedaba con el 30%.

Sin embargo, en 2013, el peso del PBI de dichos países bajó al 50%. “Estados Unidos, la Unión Europea y Japón siguen siendo importantísimos, pero el mundo estable desde fines de la segunda mitad del siglo XX se terminó. Por lo menos, no les es tan fácil fijar la agenda”, puntualizó Labraga.

“La forma de negociación ‘lo tomás o lo dejás’ se terminó”, agregó el profesor. Ya no es “a todo o nada” porque ya no hay tres países tan poderosos que “puedan pararse e irse de la mesa y que se caiga todo”. Ahora los países apuestan a la bilateralidad.  

Ventajas y desventajas del libre comercio

La visión tradicional y a la que la mayor parte de los economistas adhiere es que el comercio implica un aumento de la producción mundial de bienes, la posibilidad de consumir más servicios a menores precios,  crecimiento del ingreso real y del bienestar. “Desde el punto de vista de los consumidores, el consenso es que el libre comercio genera beneficios”, explicó.  

Sin embargo, el comercio también cambia las estructuras productivas de un país. Aquellos países que tienen costos relativos menores, son más competitivos y están en condiciones de exportar productos o servicios a aquellos países no tan competitivos.

Hay, a la vez, destrucción y generación de empleo y capital. Los sectores más competitivos pueden expandirse y generar más empleo y utilización de capital. A su vez,  los sectores menos competitivos pueden contraerse o, incluso, desaparecer.

 Los conferencistas describieron algunas críticas que se le suele hacer al acuerdo. Por ejemplo, que no hay mucha información y la que llega, lo hace de forma fragmentada y tardía.

Hay críticas específicas, como la cláusula “cremallera”. Establece que una vez que se toma una decisión, no se puede volver atrás. Al regular un sector de actividad, si después un país se da cuenta que se equivocó, no puede volver a regularlo.

También, muchos países no están de acuerdo con la cláusula del diferendo: aumenta el poder de las corporaciones y las pone en igualdad de condiciones que los (soberanos) Estados: las corporaciones pueden demandar a los países. Si un Estado toma una medida que afecta los intereses de una corporación, pueden ser demandados por esta última.

Igualmente, Barrios afirmó que “van a existir ganadores y perdedores, como en cualquier tratado de libre comercio”.

Uruguay y el TISA:

El ministro de Economía, Danilo Astori, y el ministro de Relaciones Exteriores, Rodolfo Nin Novoa, están a favor de participar en las conversaciones, aun cuando no se han manifestado a favor o en contra de temas específicos. Por otro lado, hay organizaciones sociales como el PIT-CNT que están en contra tanto de la participación como de una eventual firma.

Es un tema que genera conflictos hacia adentro de los países. Uno puede pensar que solo pasa en Uruguay pero, en realidad, en palabras de Barrios, ocurre con cualquier gestión para liberalizar o proteger el comercio.  

“¿Debemos abandonar las negociaciones  del TISA?”, se preguntó el coordinador académico. “Yo creo que sería un error. Más vale estar, que no estar y después no podamos influir. Me dirán que la influencia que puede tener Uruguay es nula. Si, lo sé. Pero menos influencia vamos a tener si no estamos”, indicó.

Por otra parte, “Uruguay tiene poco para ganar en términos económicos”, indicó Labraga.  Igualmente, según él, bien negociado, tampoco tiene nada que perder. “Ningún acuerdo otorga pleno acceso a los mercados ni nos deja definitivamente afuera. Porque los acuerdos los negocian los países con sus restricciones actuales”.

El TISA se trata “más en una señal que resultados concretos”, dijo Labraga y agregó: “Es comenzar a definir cómo y dónde se va a posicionar Uruguay en el nuevo ordenamiento multilateral del comercio. Participamos de la mesa de reunión con nuestro poco o nulo margen de incidir, o los vemos por televisión”.   

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